Así como el barco y el agua viven en equilibrio y armonía: el barco se desliza y navega por el agua sin permitir que el agua penetre en su casco y le hunda; de la misma manera, una persona espiritual tiene que relacionarse con el mundo, vive en el mundo pero no permite que el mundo entre en su mente, que le afecte. El mundo no debe regir tu vida, ni perturbarte y eso, sólo es posible cuando conectas con el corazón y permaneces anclado en él, ¡entonces, nada puede ya alterar tu paz!
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